John Wesley
El gran pastor John Wesley nació a comienzos del siglo XVIII, un 28 de junio 1703, en el pueblo inglés de Epworth, en el seno de una familia profundamente cristiana, su padre Samuel era sacerdote de la Iglesia Anglicana y su madre Susana una ferviente cristiana, quien en el seno del hogar transmitió su profunda fe a sus diecinueve hijos, de los cuales John era el número quince. Pero solo diez de estos pequeños lograron sobrevivir a su infancia, los otros nueve fallecieron tempranamente, el propio John a los seis años de edad fue salvado milagrosamente de morir quemado en un incendio de su casa.
Su educación superior la realizó en la universidad de Oxford, siendo ordenado sacerdote en el año1728. Después de colaborar con su padre en la parroquia de Epworth, en el año 1729 regresó a Oxford donde se encuentra con su hermano Charles, quien había fundado un club de jóvenes interesados en el crecimiento espiritual. John rápidamente se convirtió en un participante líder de este grupo de jóvenes universitarios, que se denominó los metodistas y club de los santos; a este grupo se sumó más tarde el elocuente Jeorge Whitefield. Sus días de Oxford le presentaron no sólo a la rica tradición de la literatura clásica y la filosofía, sino también a los clásicos espirituales de la Edad Media.
La Iglesia de Inglaterra envió a los hermanos Wesley a la colonia de Georgia en Norteamérica, en 1735, pero el trabajo evangelizador tanto entre los indígenas, como entre los colonos terminó en un fracaso, regresando a Londres el año 1737. Fue en este viaje que John conoció a los Hermanos Moravos, cristianos protestantes alemanes, de los cuales quedó sorprendido por la fortaleza de su fe cristiana y de su testimonio personal de consagración. En Londres mantuvo su amistad con el predicador moravo Peter Boehler, quien lo invitó a asistir a sus reuniones en Aldersgate Street, en donde estaba llevando a cabo un estudio y predicaciones sobre las Epístolas a los Romanos y a los Gálatas, en base a los escritos de Lutero. Es en una de estas reuniones, el 24 de mayo 1738, donde John tuvo una experiencia de una profunda conversión espiritual, que se centró en la realización de la salvación por la fe en Cristo.
A partir de entonces John Wesley se dedicó su vida a la evangelización, estableciendo desde 1739 sociedades metodistas en toda Inglaterra; contando en ello con el gran apoyo de su hermano Charles, quien compuso cientos de himnos para el movimiento, y de su amigo y gran predicador George Whitefield, quien llevó el metodismo a Norteamérica. Viajó y predicó constantemente montado a caballo, haciendo de las calles, plazas y caminos sus lugares de predicación, especialmente en el triángulo de Londres-Bristol-Newcastle, con frecuentes incursiones en Gales, Irlanda y Escocia. Durante los primeros años de esta ferviente labor evangelizadora se encontró con mucha oposición y persecución, que con el correr de los años fue cediendo poco a poco.
Fueron los pobres, harapientos, miserables, analfabetos, incultos, alcohólicos, explotados y hambrientos de pan y Espíritu de Inglaterra, los que escucharon el Evangelio de salvación, santificación y redención, que se convirtieron al metodismo, siendo rechazados por la iglesia oficial. Estos despreciados por la elite burguesa y nobiliaria fueron llamados a ser ciudadanos del reino espiritual de Cristo en la tierra, y sus embajadores ante el mundo.
Wesley los organizó en grupos pequeños, a cargo de un líder, naciendo así las clases, las que alcanzaban a un número de 8.000 al momento de su muerte. Debido a la necesidad de enseñar a los niños y niñas la Palabra de Dios, se constituyeron las escuelas dominicales, en donde además se les enseñaba a leer y escribir. Las sociedades metodistas eran el marco comunitario donde se realizaba la visión wesleyana de la santidad. Los propósitos de estos grupos incluían: 1) fomentar la perfección en Cristo; 2) reconocer y ejercer los dones espirituales de los asistentes; 3) animarse mutuamente en amor; 4) velar los unos por los otros; 5) practicar la confesión de pecados y el ejercicio de la disciplina.
En esta dirección las sociedades trabajaron en la fundación de dispensarios para enfermos, crearon hogares para huérfanos, establecieron escuelas para pobres, atendieron pastoralmente a los prisioneros mediante la visitación a las cárceles, desarrollaron un amplio ministerio de publicaciones de libros, panfletos y tratados que apuntaban a elevar la vida espiritual de los fieles y también realizaron publicaciones tendientes a mejorar su salud física. Al romper con el monopolio político – religioso, colocando la fe al alcance del pueblo humilde, dignificó a las personas, haciéndolas protagonistas de su destino y participantes activos de sociedades que ofrecían una alternativa de vida. El entusiasmo metodista daba al mensaje evangélico la atracción de una fe profundamente personal y experimental.
El avivamiento wesleyano también significó la separación entre intereses seculares y espirituales; los metodistas se preocuparon por la salvación de las almas; el cambio en la sociedad vendría como resultado de la salvación de dichas almas y no como un esfuerzo colateral.
Dentro de la teología wesleyana es importante entender la importancia que le daba al seguimiento y al discipulado de las personas. En esto se destacó en su época, trabajó arduamente para hacer discípulos. Wesley estaba convencido de que un nuevo creyente no había hecho una decisión efectiva por Jesucristo hasta que no se involucraba en un grupo pequeño. Su interés como pastor estaba puesto en el discipulado antes que en la decisión, asimismo enfatizaba más el crecimiento en el Fruto del Espíritu Santo –la vida de santidad– que en el desarrollo de los dones.
En el año 1751 Wesley se casó con Mary Vazeille, una viuda de clase media, pero debido a su total compromiso con su misión religiosa, sus constantes y largos viajes, predicaciones y trabajo pastoral este matrimonio termino fracasado.
Él continuó a lo largo de su vida un régimen de disciplina y austeridad personal, que enseñó y ordenó vivir a sus seguidores. Murió a los 88 años, el 02 de marzo 1791, Hasta el final de sus días se mantuvo predicando, viajando, y manteniéndose cómo sacerdote de la Iglesia de Inglaterra; en 1784 había dado las sociedades metodistas una constitución legal, y en el mismo año en que Thomas Coke ordenado para el ministerio en los Estados Unidos, señalaba un camino independiente para el metodismo.
Su Legado:
Su gran legado ha sido el denominado avivamiento espiritual inglés y estadounidense del siglo XVIII, con su consiguiente Movimiento de Santidad de finales del Siglo XIX., que ha marcado a fuego al protestantismo evangélico del siglo XX.
De este movimiento, prácticamente todas las denominaciones protestantes estadounidenses, e incluso la Iglesia Católica, han sido influenciadas; todas ellas comparten elementos doctrinales, litúrgicos, administrativos, himnológicos y compromiso social del metodismo. Siendo el Pentecostalismo, su actual expresión, pero no la única, ya que hasta la Iglesia Adventista del 7° Día es heredera de su doctrina y énfasis en la santificación, cómo en la obra social.
De Juan Wesley, los Pentecostales heredaron la idea de una experiencia de crisis. Fue de Wesley que el Movimiento de Santidad desarrollo la teología de una "segunda bendición". Pero fue un colaborador de Wesley, Juan Fletcher, quien llamó esta segunda bendición un 'bautismo en el Espíritu Santo', una experiencia la cual trajo poder espiritual al que la recibía así como limpieza interna. El Avivamiento Wesleyano fue el más reconocido de la historia cristiana moderna y el más completo en sus múltiples manifestaciones e implicancias, pues alcanzó hasta influir en reformas políticas, cómo lo fue la abolición de la esclavitud en la propia Inglaterra.
La fe ardiente en un Dios personal de un hombre, generó desde un despertar religioso, hasta reformas sociales y políticas, en su país y un impacto al mundo que se extiende hasta el siglo XXI. Este avivamiento será el prototipo de todos los avivamientos religiosos desde entonces, será la base para entender un avivamiento religioso y sus efectos sociales.
Escrito por: Juan Ortíz Retamal
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