Willis C. Hoover K.

“…Nunca hubo que pedir audiencia para hablar con él, al contrario, él iba a sus hermanos. Dio toda su vida y su fortuna para la iglesia. Gastó sus zapatos que le enviaban sus parientes, para salir en busca de la oveja perdida, y dijo: “El pastor no es más que el miembro más humilde, obediente y sumiso de la iglesia”. “

(1858-1936)

Precursor del movimiento Pentecostal en Chile, nace en el año 1858 en Freeport, Estado de Illinois, en Estados Unidos de Norte América. Sus padres fueron Daniel Hoover, dueño de una fábrica de jabones, y Rebecca Kirk. Perteneció a una honorable familia cristiana metodista episcopal. Alrededor de los 25 años de edad se graduó, en la ciudad de Chicago, de Medicina y Cirugía, actividad que ejerció seis años y dentro de este lapso comenzó a sentir el impulso del llamado de Dios a su obra.

Trabajando Hoover en Chicago como Doctor, conoció el testimonio de la labor de David Livingstone (1813-1873), explorador y misionero escocés. Livingstone también había estudiado medicina y había dedicado más de 30 años a la evangelización en el centro de África. No satisfecho con sus afanes como Doctor, Hoover ofreció sus servicios a William Taylor para ir a África. Taylor respondió, ofreciéndole trabajo en Chile.

El 27 de diciembre de 1887 se casó con Mary Ann Louise Hilton. Su papel fue crucial en los eventos ocurridos en el Avivamiento de 1909, con su insecable oración, predicación en la calle y apoyando valientemente la continuidad de este movimiento. Del matrimonio nacieron cinco hijos de los cuales cuatro alcanzaron la adultez: Helen, Rebecca, Ernest y Paul.

En el año 1889, Willis Collins Hoover Kirk y su esposa llegan a la ciudad de Iquique, para enseñar en el Colegio Inglés, dependiente de la Iglesia Metodista Episcopal. Sólo once años antes había llegado a Chile esta denominación de origen norteamericana, con la misión de difundir su doctrina en varias regiones, creando en poco tiempo establecimientos educacionales y construyendo templos en Santiago y ciudades de provincia, dentro del proyecto de autosustento de William Taylor.

Establecido en Iquique, Mr. Hoover asumió como Director del Colegio Inglés entre 1890 – 1894, tiempo en el cual el colegio es trasladado al lugar donde se encuentra actualmente. Ahí estuvo a cargo de la Iglesia entre 1890-1902, período en que se construye el templo de calle Amunátegui en Iquique. Como Superintendente del Distrito norte, Hoover impulsó la obra en las ciudades de Huara, Tacna y Arica. Apoyó la obra de un pastor alemán, Karl Beutelspacher, en Antofagasta, quien preparaba laicos para ir a predicar en sus lugares de trabajo, en el ferrocarril o las minas. También organizó la Iglesia de Punta Arenas, aprovechando la obra del colono nortino Tiburcio Rojas.

En el año 1894, los esposos Hoover enfermaron de tifoidea y tuvieron que regresar a los Estados Unidos. En reemplazo por la ausencia de Hoover, es nombrado el pastor Alberto Vidaurre, para asumir la dirección en Iquique. Sin embargo, al regreso de Hoover tuvieron serios desacuerdos. Esto trajo como resultado una división de la Iglesia, la primera en Chile, con Vidaurre a la cabeza.

En el año 1902, Hoover recibe la orden de trasladarse a Valparaíso para asumir la dirección de la Iglesia en el puerto, lo que se hizo efectivo el 13 de febrero, el templo en Valparaíso estaba ubicado en la calle Chacabuco.

En el año 1902, durante la clase de maestros estudiaban Los Hechos de Los Apóstoles. En una ocasión en el principio de ese año, un hermano dirigió al pastor esta pregunta: “¿Qué impide que nosotros seamos una Iglesia cómo esta Iglesia primitiva?”. El pastor respondió: “No hay impedimento alguno, sino el que esté en nosotros mismos. Así que todo el año es la Escuela Dominical este era nuestro blanco; y todo acto, toda persona, toda manifestación de Dios en las lecciones se nos presentó como estímulo en esa dirección”; producto de lo cual ese mismo año se produce un avivamiento, presentándose las primeras manifestaciones espirituales de esa Iglesia.

En 1903, se adquirió la propiedad de la antigua calle del Olivar, actual Simón Bolivar.

En el año 1904 el pastor Hoover con su familia visitó su tierra natal (EE.UU.), y su ayudante, el hermano Carlos N. Leighton, quedó encargado de la obra.

El año 1905 azotó la viruela en la ciudad, y, en el año 1906, un terremoto en Valparaíso destruyó el local en que por muchos años la iglesia se había reunido, en calle Chacabuco esquina con Doce de Febrero. También se destruyó el templo de la calle Olivar, por lo que, durante seis meses tuvieron que distribuirse en locales por todo Valparaíso, hasta que, en febrero de 1907 se congregaron todos juntos en una carpa en el sitio de calle Olivar, donada por la Sociedad Misionera.

En el año 1907, llegó a las manos del Pastor Hoover un folleto que narraba la historia de una obra maravillosa del Espíritu Santo, acompañada por fuego que tuvo lugar en la India en los asilos para niñas viudas de la Pandita Ramabai, en donde tenía asiladas varios centenares de niñas. El interés que despertó en la vida espiritual del pastor Hoover a raíz de la lectura, se tradujo en un gran deseó de vivir y conocer en carne propia aquella maravillosa experiencia.

La noche del 31 de diciembre de 1908 fue la primera reunión en el nuevo templo de calle Olivar, la gente se reunió para esperar el comienzo del nuevo año.

En esos días un hermano empleado como sereno donde construían una casa, fue al pastor y le dijo: “Pastor, yo estaba durmiendo en mi casa hoy y el Señor vino y me dijo: Despierta, quiero hablarte. Le dije: Bueno Señor. Dijo: Anda donde tu pastor y dile que llame a algunos hermanos más espirituales y que oren todos los días, porque voy a bautizarles con lenguas de fuego. Le dije: Bueno Señor, y ¿Puedo ser uno de ellos? Si, me dijo: y así he venido inmediatamente”.

Meditando sobre este relato, fue fácil ver que era de Dios como una respuesta directa a la petición, que por tanto tiempo había tenido esa dirección, así es que desde el día siguiente, más o menos 15 de enero de 1909, se reunían todos los días en la casa del pastor, a las cinco de la tarde, cinco personas: Carlos Gómez, Guillermo Castillo, Rosa Escobar de Pino, Ramón Núñez y Mrs. Hoover.

Esperanzados de vivir este Fuego del Espíritu Santo, comenzaron a orar todos los días manifestándose extraordinarios dones: lenguas extrañas, llantos, risas, cantos, sueños, visiones, sanidades, y, por sobre todo, arrepentimiento, confesión de pecados y plena entrega a la voluntad de Dios.

Los que tenían esta experiencia se sentían felices y, generalmente, fueron cambiados en su forma de vivir. Este despertar espiritual en la Iglesia Metodista Episcopal de Valparaíso, sufrió la resistencia de parte de los demás pastores metodistas, como también del Obispo Bristol, y del Superintendente Rice, encargado de la obra en Chile. No obstante, la Iglesia crecía de una manera espectacular, llegando la asistencia los días domingos, a unas 1.500 personas; iban testimoniando por doquier esta nueva experiencia del Santo Evangelio. En tanto, estos acontecimientos, eran seguidos muy de cerca por los hermanos de la Primera y Segunda Iglesias Metodistas Episcopales de Santiago.

Los hermanos que venían desde el puerto les contaban las maravillas que el Señor estaba haciendo con ellos, por lo que también, un grupo de hermanos de ambas Iglesias en Santiago, estaban orando para que Dios se manifestara en sus vidas. Las diferencias entre los hermanos que deseaban recibir el Espíritu Santo de Dios en sus vidas, con sus pastores de la Iglesia Metodista Episcopal, que las rechazaban, derivaron en el nacimiento de la primera y segunda Iglesia Metodista Nacional el domingo 12 de septiembre de 1909.

El grupo que salió de la Primera Iglesia Metodista Episcopal de Santiago, tomó el nombre de Primera Iglesia Metodista Nacional y se organizó formalmente el 15 de febrero de 1910. Su directiva estuvo constituida por 20 hermanos oficiales en los que se incluyen tres mujeres. El grupo que sale de la Segunda Iglesia Metodista Episcopal de Santiago, se organizó entre el 21 de febrero y el 3 de marzo de 1910, y se llamó Segunda Iglesia Metodista Nacional. La directiva la integraron 12 oficiales, 10 hombres y 2 mujeres.

Cuando se conoció la renuncia del Pastor Hoover, y la decisión de la hermandad de abandonar la Iglesia Metodista Episcopal de Valparaíso, los dos grupos de Santiago y la congregación de Valparaíso, decidieron unirse para continuar el movimiento en forma independiente. La organización formal del grupo de la Iglesia de Valparaíso tuvo lugar el 25 de mayo de 1910, tomando el nombre de “Iglesia Metodista Pentecostal”. Dos semanas después, el Pastor Hoover fue invitado por los grupos de Santiago para que fuera el Superintendente de la nueva Iglesia, “Primera y Segunda Iglesia Metodista Nacional”. La cita se concretó en los días siguientes, aceptando Hoover el cargo, pero le pidió a ambos grupos que el nombre se cambiara por “Iglesia Metodista Pentecostal”.

Cuando se conoce esta decisión, los hermanos de Valparaíso y Santiago instaron al pastor Hoover que ejerciera la Superintendencia General avalado por su vasta experiencia.

Después de la separación con la Iglesia Metodista Episcopal, los hermanos de Valparaíso se repartieron en catorce hogares. Mientras tanto, en Santiago, el reverendo Hoover confirmó como Pastor de la Segunda Iglesia a Víctor Pavez Toro y nombró al Pastor Carlos Leighton en la Primera Iglesia. El cargo del pastor Leighton duró poco tiempo, ya que enfermó de gravedad. En su reemplazo, fue nombrado su secretario, el hermano Manuel Umaña Salinas.

W. Hoover fue el primer Superintendente de la Iglesia Metodista Pentecostal, y entre sus funciones tenía la de impartir la santa cena, confirmar a la Junta Oficial y hacer la recepción de miembros en plena comunión. Para tal efecto, Hoover visitaba cada tres meses todas las congregaciones del país, oportunidad que era esperado con entusiasmo y alegría por la iglesia local.

En el año 1911, debe viajar con urgencia a los Estados Unidos de Norte América a ver a su mamá enferma, y en este viaje visita “Stone Church” (Iglesia de Piedra), cuyo pastor era el editor de “Late Rain” (lluvia tardía). También trae a Chile a su hija Helen, quien posteriormente fuera la esposa del pastor Carlos Gómez.

En el año 1919, Hoover regresa a los Estados Unidos con su esposa enferma y su hijo menor. En 1921 Ms. Hoover muere de cáncer al seno y W. Hoover regresa a Chile después de casi dos años de ausencia para continuar su trabajo, privado de su compañera y esposa. Su viaje a Estados Unidos sirvió para traer a Chile la suma de 15.000 dólares donados por miembros de su familia. Este dinero fue invertido en la construcción de dos templos en Valparaíso, uno en la calle Retamo y el otro en calle Larraín (actualmente calle Santa Inés).

Los mismos miembros de su familia también donaron al pastor una suma de dinero (lo que fue retirado de su testamento con este fin), para la compra de una casa que sirviera para él y una hija viuda con cinco hijos chilenos.

En el año 1932, se produce la separación de una parte de la Iglesia, la que más tarde se constituiría con el nombre de Iglesia Evangélica Pentecostal, presidida por W. Hoover como Superintendente hasta su muerte, el 27 de mayo 1936.

Si bien sus hijos se educaron en EE.UU., se educaron prácticamente solos, incluso la hija, para ganarse la vida, trabajo como peón, como mozo, como chofer, en oficinas, en restaurantes, en jardín, en fin, de todas las maneras menos que con un centavo de dinero chileno.

La personalidad del pastor Hoover ha quedado como un ejemplo para los líderes que se llamen pentecostales. Nunca hubo que pedir audiencia para hablar con él, al contrario, él iba a sus hermanos. Dio toda su vida y su fortuna para la iglesia. Gastó sus zapatos que le enviaban sus parientes, para salir en busca de la oveja perdida, y dijo: “El pastor no es más que el miembro más humilde, obediente y sumiso de la iglesia”. No sólo motivaba las oraciones, incluso en su hogar, sino que actuaba activamente en todas ellas. Tenía una actitud de acogida para aquellos que se convertían, mostrándose como un hogar pastoral.

Traductor de los himnarios de la época que hasta hoy se utilizan en la iglesia, también enseñó a cantar los himnos armoniosamente, sin instrumentos disonantes, que hicieran perder su santa originalidad. No aceptó regalos ni ofrendas para sus cumpleaños, reprendiendo a quien lo quisiera hacer, por considerarlo como pecado de egolatría, contrariamente a la enseñanza de la Palabra. No aceptó errores como aquello de “El Espíritu Santo me dijo”, por no estar conforme a la enseñanza bíblica. Muchas equivocaciones son el resultado de este hecho: “profetizan una visión de su propio corazón” (Jer. 23:16). No hizo ninguna cosa para impedir las manifestaciones, pero tampoco hizo nada para causarlas. Ni instrumentos, ni “glorias a Dios” estilizadas.

Una de sus frases más emblemáticas indica: (aludiendo al secreto del avivamiento pentecostal)

“Yo creo que el verdadero secreto de todo el asunto es, que real y verdaderamente creemos al Espíritu Santo –le confiamos de verás- le reconocemos- le obedecemos de verás- le damos libertad, de verás, -creemos de verás, que aquellas promesas en los Hechos 1:4 y Joel 2:28 – 29 es para nosotros”

 

Bibliografía:

1. G. Hoover, Mario. 2002. El Movimiento Pentecostal en Chile del Siglo XX. Imprenta Eben-Ezer. Santiago, Chile. 325 Pág.

2. Hoover, Willis. Chile Pentecostal N° 20. Mayo de 1912. Santiago, Chile. pp 5.

3. Hoover, Willis. 2000. Historia del Avivamiento Pentecostal en Chile. Centro de Estudios Pentecostales CEEP Ediciones. Concepción, Chile. 118 Pág.

4. Orellana. 2006. Luis. El Fuego y la Nieve, Historia del Movimiento Pentecostal en Chile: 1909-1932. Centro de Estudios Pentecostales CEEP Ediciones. Concepción, Chile. 165 Pág.

5. Rasmussen, Alice y Helland, Dean. 1987. Raíces Pentecostales de Chile. Editado por Plan de Asistencia Misionera en Chile. Santiago, Chile. 159 Pág.

6. Vergara, Ignacio. 1962. El protestantismo en Chile. Editorial del Pacífico S.A. Santiago, Chile. 259 Pág.

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