Patrocinia Carmona Godoy
La primera pastora evangélica chilena
La Iglesia Metodista Episcopal tiene el privilegio de ser la primera Iglesia cristiana que en Chile va a tener a una mujer como pastora a cargo de una congregación, ella fue Patrocinia Carmona Godoy, una viuda de clase media, nacida en Antofagasta, hija de un ingeniero en minas; que junto a su familia se trasladaba por las oficinas salitreras de la pampa. Ella en el año 1933, teniendo cincuenta y cuatro años de edad, fue nombrada pastor suplente de la congregación de Arica.1
Durante la década de 1930, producto de la gran depresión económica surgida el año 1929, muchos de los misioneros metodistas tuvieron que regresar a los Estados Unidos, por falta de recursos de la Iglesia para poderlos mantener en el país2; ello explica en parte el nombramiento de Patrocinia como pastora de Arica; pasando los pastores chilenos tener un rol más destacado en la Iglesia.
Es interesante reproducir parte de su propio relato autobiográfico al respecto, pues da muchas luces sobre su labor, su relación con la sociedad, las autoridades políticas, con la Iglesia católica, y sobre todo, porque nos da a conocer el trabajo de un pastor metodista en el Chile de los años treinta del siglo XX:
“NOMBRAMIENTO A ARICA
Desde entonces me dediqué, con más fervor, a la Iglesia. Tenía la tarea de dirigir la escuela dominical y me nombraron predicadora local. En el año 1932 me nombraron delegada a la Conferencia Anual de Chile. Era la primera vez que viajaba sola y la primera vez que me encontraba en una Conferencia Anual. El obispo Miller presidía. Cuando preguntó cuántos predicadores locales tenía la Iglesia de Arica, el superintendente del Distrito Norte indicó que había uno sólo: “La señora Salas aquí presente”. El obispo dijo que el pastor de Iquique, Luis Navarro, debe visitar la Iglesia de Arica cada mes y el costo de viaje lo pagaría la Iglesia de Arica y a la señora Salas se le daba la casa pastoral, agua y luz, para atender las actividades pastorales de la Iglesia de Arica. Ya le había dicho al superintendente del distrito que yo no necesitaba sueldo porque tenía situación económica. Eso lo dijo sin consultarme a mí.
No era mi ánimo aceptar un cargo de tanta responsabilidad, pero estaba ante una necesidad de ayudar en un caso de emergencia de pastores para el norte y por otro lado, entendí que el Señor me cobraba una promesa de muchos años. Así fue que acepté. Pidieron mi testimonio en la Conferencia y me dieron muchos aplausos. No me sentí digna de ello encuanto a preparación intelectual.
Cuando llegué a Arica, la Iglesia estaba sin luz y agua. Todos los hermanos colaboraron en el trabajo de la Iglesia. No admitieron más de tres visitas del pastor Navarro porque no estaban en condición de pagar los viajes. A mí la congregación sólo me daba cien pesos mensuales en el primer año y hasta Ion siete años que mantuve el cargo sólo dieron hasta trescientos pesos mensuales. Eso porque todos creían que yo no tenia necesidad. La Conferencia Anual no asignó ningún sueldo.
Por mi parte hice algunos arreglos en la casa pastoral. Tuve que terminar con el negocio. Tenía clientela para trajes de señoras y cuando el cura supo que yo me había hecho cargo de la Iglesia Evangélica y me había ido a vivir a la casa pastoral, dijo: “Si alguna de las socias de la Acción Católica son clientesde la señora Salas, debo decirles que a la Iglesia Evangélica no deben entrar, ni por trabajo ni por ningún motivo”. Eso me contó la esposa del gerente del Banco de Chile, a quien yo le cosía y por última vez me mandó hacer un traje sastre antes de venirse a Santiago. Así perdí toda mi clientela. Mi familia me ayudaba en enviarme la comida. Mi sobrino, Javier Vásquez, tan pronto como fue titulado de contador y empezó a ganar sueldo, mandó un diezmo para la Iglesia de Arica.
En Arica adquirí muy buenas experiencias y bendiciones del Señor. Mi mayor gozo era dedicar todo mi tiempo, dinero y esfuerzos a la causa de nuestro bendito Salvador Jesús. Me dediqué al estudio recomendado por la Conferencia Anual y por la disciplina. No tenía inconveniente a pesar de mis 53 años de edad. Sólo me tomaron examen una vez y el segundo año me dejaron con todos los estudios hechos. El obispo Roberto Elphick me dio permiso para tomar los estudios por correspondencia del Seminario Bíblico Latinoamericano de Costa Rica. Esos estudios duraron cuatro años. Me dieron certificado de aprobación y me sirvió mucho en mis actividades con la Iglesia.
Dios mediante, fueron muchas las bendiciones. Fuera de la Iglesia tuve permiso del alcaide de la cárcel para entrar todos los sábados a dar clases bíblicos a los reos. Les gustaba mucho. Cuando hubo cambio de alcaide, tocó que era católico y este señor me prohibió las visitas a la cárcel hasta que no tuviese yo permiso del Ministerio de Justicia.
Escribí al Ministro Díaz y me lo dieron. Mientras tanto los reos me mandaron una carta con treinta firmas pidiéndome que apurara el permiso. El alcaide echó al fuego una Biblia que yo había regalado a la biblioteca de la cárcel. El permiso llegó pero sólo para despedirme, porque mi viaje a Santiago estaba próximo. Varios reos hicieron promesa de seguir los caminos del Señor.
Otra tarea que me di fue reunir niños en un conventillo un día de la semana. Llevaba cuadros ilustrativos y les hablaba del buen Jesús, amante de los niños. Cuando el cura supo, fue al conventillo y les dijo a las madres que por nada dejaran que sus hijos asistieran a esas clases. Así fue que un día había pocos niños y cuando me contaron fui de casa en casa hablando con las madres. Ellas se convencieron y volvieron los niños a clases. Les hice sacaruna foto y todos esos niños siguieron asistiendo a la escuela dominical.”3
Con su nombramiento cómo pastora suplente de la Iglesia Metodista de Arica, inició su carrera pastoral, haciendo los cursos teológicos respectivos y rindiendo exitosamente sus exámenes, para su nombramiento como Pastora de la Iglesia Metodista de Chile; siendo en el año 1940 nombrada oficialmente como pastora a cargo de una congregación,en la ciudad de Ovalle, donde ministró hasta el año 1942.
El año 1943es trasladada a Santiago, a la Iglesia de La Cisterna, y al año siguiente a la Tercera Iglesia, en donde se desempeñó hasta su jubilación e laño 1955, sirviendo en el pastorado de la Iglesia Metodista de Chile por 22 años.
En su última entrevista realizada en la revista de Metodista “El Cristiano”, publicada en septiembre de ese año, ella señaló lo siguiente, con respecto al rol de la mujer en el pastorado y al de ella misma en el ministerio:
“La mujer nunca debe tratar de competir con el hombre. Debe estar a su misma altura, en cualquier trabajo. Dios no hizo diferencias. Los puso a los dos juntos en este mundo para apoyarse y complementarse. Jesús nunca rechazó a la mujer. ¿Por qué había de hacerlo el hombre?
Cuando miro las condiciones del mundo y mi pequeña capacidad, me siento desfallecer. Pero me parece oír la voz del Señor y digo: Gracias te doy, oh Padre Señor del Cielo, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños”.4
Patrocinia Carmona Godoy vivió sus últimos años en una humilde casita de madera en Santiago, falleciendo el 24 de julio de 1975, a los 96 años de edad.
Escrito por: J. Ortíz Retamal