María Aguirre Aguilar

Evangélica Metodista, educadora, líder social, feminista y pacifista.

En un caluroso día 12 de diciembre de 1983, en un Chile que vivía masivas protestas populares y estudiantiles, en contra de la dictadura cívico militar más extensa y represora de la historia del país; en medio de una crisis económica que había sumido en la miseria a buena parte de la población; en un departamento de la mesocrática comuna de Providencia, en el sector oriente de Santiago, fallecía una longeva anciana de nacionalidad estadounidense de 86 años de edad, soltera sin descendencia, su nombre era María Edelmira Aguirre Aguilar, conocida entonces, y durante toda su excepcional y fructífera vida, simplemente cómo María Aguirre.

María Aguirre fue la máxima figura femenina del metodismo chileno del siglo XX. Una mujer que desde su juventud se destacó por su inteligencia, capacidad organizativa y carisma; que luchó codo a codo con las grandes líderes del movimiento feminista chileno en el siglo XX, por los derechos civiles y políticos de la mujer, cómo la máxima líder de las mujeres metodistas, que en los años treinta y cuarenta se opuso activamente, a la guerra y el militarismo, a favor de una cultura de la paz, liderando a la juventud y a las mujeres metodistas del país, con un fuerte sello de compromiso social, de un evangelio encarnado en la sociedad a favor de los más desvalidos y de lucha por la equidad, tanto de género entre hombres y mujeres, como por la justicia social hacia los más pobres. Paradojalmente esta magnífica mujer evangélica chilena, terminó su vida en el país que la vio nacer y luchar, cómo una extranjera en su propia tierra.

María Aguirre nació el 5 de septiembre de 1897, en la zona salitrera del norte de Chile, en Taltal en un hogar metodista de clase media, cuyos padres no estaban casados. Su padre era un ingeniero, llamado Ángel Custodio Aguirre Rojas, y su madre, Edelmira Adelaida Aguilar Veliz. Fue la mayor de dos hermanas, su hermana menor se llamaba Laura. Debido a esta situación recién en el año 1946, cuando ya sus dos padres se encontraban fallecidos, que ella y su hermana pudieron incorporar legalmente el apellido Aguirre a su nombre, pues hasta entonces ambas lo utilizaban sin estar reconocido en el Registro Civil e Identificación

Su madre era una fiel metodista, que educó a sus dos hijas en el seno de la iglesia; donde desde la más tierna infancia, María comenzó a destacar por sus dotes administrativas e inteligencia. Es así que ya a los 7 años era secretaria de actas en la Liga Infantil en Antofagasta. En la escuela dominical fue avanzando en el conocimiento de la Biblia; su primer guía espiritual fue el pastor Roberto Elphick. Ya en el año 1920, la encontramos cómo secretaria de la Sociedad Misionera Metodista de la iglesia de Antofagasta; donde además era maestra de las clases de niños de la Escuela Dominical. Por su destacada labor en las actividades locales, el pastor Pedro Zóttele la invitó ese año a trasladarse a Santiago, para que le apoyase en el trabajo con la juventud.

Hasta el año 1923 realizó un intenso trabajo organizando y liderando las escuelas dominicales de niños y jóvenes, cómo también colaborando en las organizaciones de mujeres adolescentes de la Iglesia Metodista, en los “Club La Estrella” a lo largo de todo Chile; además de colaborar activamente, junto con su hermana Laura en la liga “Epworth” de jóvenes. Debido a esta destacada labor, es que ese año el misionero Jorge Miller la llamó a trabajar como su secretaria, viajando por todo Chile, colaborando con su esposa, Margarita, en la organización de los Club La estrella; y formó parte del equipo de Educación Cristiana. El trabajo junto a los misioneros constituyó para María una escuela y un laboratorio para su capacitación como dirigente; con ellos obtuvo una formación a nivel superior.

En el año 1923, ocurrió un acontecimiento epifánico en la vida de María Aguirre, que marcó su misión cómo líder femenina metodista, para el resto de su vida. Margarita Miller la invitó a una convención en la Primera Iglesia Metodista de Santiago. La señora Miller había comenzado el trabajo de unir los grupos de sociedades femeninas existentes en el país. Fue en esa ocasión que se tomó el acuerdo de constituirse en organización nacional. Fue tal el impacto de este acontecimiento en María, que ella escribió al respecto: “Pronto comprendí que este era un llamado directo de Dios para poder trabajar directamente en favor de la condición y desarrollo de la mujer a integrarse a la sociedad como persona, y como un ente digno de respeto, digno de participar en igualdad de condiciones con su compañero, el hombre.”

Entre los años 1924 y 1925 María Aguirre colaboró junto al pastor Pedro Martí Soler de la Segunda
Iglesia Metodista de Santiago, localizado en el popular Barrio Matadero, con muchos conventillos en donde vivían en condiciones miserables, insanas y de hacinamiento, cientos de familias y miles de niños. El trabajo misionero de la Segunda Iglesia con las familias, mujeres y niños de los conventillos permitió abrir un nueva iglesia en el sector. En este trabajo misionero nuevamente se destacó la señorita María Aguirre, cómo presidenta de la liga de jóvenes Epworth, subdirectora de la Escuela Dominical y directora de las adolescentes; con la originalidad de gestionar sus propios recursos económicos para financiar la obra social de la iglesia en beneficio de las familias del barrio; lo que incluía que todas las jóvenes del Club La estrella, confeccionasen ropas, tejidos y bordados, los que eran vendidos y de esta manera incrementaban sus fondos para el sostenimiento de la obra evangélica metodista.

Su preocupación por mejorar las condiciones de miseria en que vivían las familias del barrio Matadero, la llevaron a ingresar en el año 1926 a la Institución Sweet de Obra Social, de la Iglesia Metodista; poniendo inmediatamente en práctica sus nuevos conocimientos; junto con Raquel Burgos, abrieron un comedor popular, formando un centro abierto para mujeres, llamándolo “Casa de la Amistad”, estableciendo una cooperativa y manteniendo duchas con agua caliente; todo ello sin dejar de trabajar cómo líder de la juventud de la Segunda Iglesia; y cómo Superintendenta del Directorio de la Iglesia.

Todos sus éxitos en todos sus emprendimientos en la Segunda Iglesia, la transformaron en un referente en toda la juventud y en las mujeres de la Iglesia Metodista en Chile, lo que llevó a que en el año 1928, con solo treinta y un años de edad, fuese elegida como delegada laica de la Iglesia Metodista a la Conferencia Central realizada en Panamá; siendo la primera mujer metodista chilena en ser elegida para ello. Con respecto a esta experiencia, ella dice: “A pesar de mis anhelos de ayudar a la mujer a superarse, como era joven, era sumamente tímida y sufría lo indecible cuando tenía que hablar en público. Yo disfrutaba más con lo organizativo y administrativo, pero Dios me mostró otras dimensiones para ayudarme a vencer mis temores. La conferencia fue una experiencia extraordinaria. ¡Hablé hasta por los codos en las sesiones sin sentir ningún temor ante tantos reverendos! Me convencí una vez más, que todo es posible con la ayuda de Dios.”

Su destacada labor cómo líder femenino, llevó a que durante los años 1930 a 1934 fuese elegida como presidenta de la Federación Femenina Metodista de Chile; cargo que también sirvió en los años 1945 y 1946. Entre sus principales logros en esta función, estuvo la implementación de la

Escuela Cristiana de Vacaciones para los niños de la iglesia, en las principales congregaciones metodistas del país; logrando desde el Instituto Sweet, donde trabajaba como profesora, dictando el curso “Cómo organizar una Escuela Cristiana de Vacación”; para preparar monitoras para estas escuelas. Igualmente, colaboró activamente en la campaña antialcohólica llevada a cabo por las iglesias Presbiteriana y Metodista en Santiago, la que era coordinada por el pastor Pedro Zóttele, y que contó con el respaldo de la Intendencia de Santiago.

Su trabajo en la presidencia de la Federación Femenina Metodista de Chile, tuvo cuatro ejes programático, que los desarrolló íntegramente, estos fueron: Promoción de la condición social y económica de la mujer, en condiciones de igualdad con los hombres de la Iglesia; Educación de la infancia y juventud metodista, por medio de las escuelas cristianas de vacaciones e institutos de la juventud metodista; la lucha por la dignificación de los sectores sociales más pobres, promocionando el trabajo social de las mujeres y jóvenes metodistas, como parte de su trabajo evangelístico, y la promoción del pacifismo y antimilitarismo en el seno de la Iglesia, oponiéndose públicamente a la Guerra del Chaco entre Perú y Bolivia, al militarismo nazi previo a la Segunda Guerra Mundial y al propio presidente de Chile, Arturo Alessandri Palma, que en su segundo gobierno dictó un decreto para la enseñanza obligatoria de disciplina y valores militares en las escuelas públicas. María Aguirre logró movilizar tras ella a las miles de mujeres metodistas de Chile, en torno a estos cuatro ejes, de manera activa, con proyectos locales y nacionales, que traspasaron incluso las fronteras de la Iglesia, llegando a todas la sociedad chilena, lo que incluyó cartas públicas a los presidentes de Chile y Paraguay. Al respecto reproducimos sus palabras:

“Entre los trabajos de más trascendencia que hemos emprendido durante este año está nuestra campaña en contra de la instrucción militar en las escuelas, colegios de enseñanza superior y Universidades. Con motivo de un Decreto que dictó el Gobierno el 28 de Marzo de 1933 (584) en el cual se disponía establecer la instrucción militar en todos los establecimientos educacionales del país, iniciamos un movimiento tendiente a promover la opinión de los elementos evangélicos en contra de dicha disposición y al efecto, además de ponernos en comunicación con muchas personas que luchan por los ideales del pacifismo, enviamos circulares al elemento femenino de todas las Iglesias Evangélicas del país, invitándolas a estampar sus firmas en un documento que enviaríamos al gobierno pidiendo la derogación de dicho Decreto que iba contra nuestros principios cristianos, o bien que en último término se eximiese a los niños de familias evangélicas de dicha instrucción. Muchas mujeres respondieron a nuestro llamado y recogimos para el efecto la cantidad de 2.022 firmas.”

Su posición pacifista y antimilitarista, la llevó, en línea con la Iglesia Metodista, a condenar el fascismo y el nacismo, y apoyar activamente al gobierno republicano español en la guerra civil que azotaba España; llegando a organizar recolección de fondos para los españoles evangélicos.

Para lograr el éxito de su programa, María Aguirre emprendió giras por todo Chile, visitando las iglesias metodistas, dictando seminarios y cursos de capacitación, motivando y organizando, tanto a las mujeres como a los jóvenes; es así que en el año 1933 se organizaron nuevas sociedades femeninas en Santiago, Población San Ramón, Calama, Quillota, Tomé y Calera; y extendiendo su trabajo misionero entre los Mapuches, contribuyendo las mujeres metodistas con aportes mensuales en dinero para ayudar a su financiamiento. Además, muchas de ellas eran las que trabajaban entre los mapuches, jóvenes que se habían preparado en la Institución Sweet. Buscando la manera de proporcionar a las sociedades femeninas ayuda suficiente para sus estudios en sus reuniones semanales, editó un folleto impreso a mimeógrafo titulado “El Agua Viva” y que fue el texto oficial de estudios para el año 1934.
Era tanta su energía, y prestigio, que logró organizar por primera vez en Chile una convención femenina evangélica, en donde participaron mujeres de todas las iglesias evangélicas existentes en Chile, como la Presbiteriana, Metodistas, Adventista, Pentecostal, Ejército de Salvación, grupos independientes, etc.; Esta se realizó en Santiago, entre los días 28 de febrero y 3 de marzo de 1935. El lema fue: “Uno somos en Cristo”- Al discutirse la obra de acción social del programa hubo acuerdo unánime de que la mujer debe prepararse para actuar en forma positiva en todo movimiento que buscara al mejoramiento de la sociedad.

En 1936 fue nombrada Directora Asociada de la Institución Sweet, cargo desde donde luchó abnegadamente contra la carencia de recursos de la institución y encaminando su obra por un camino de progreso, logrando darle un prestigio más allá de la Iglesia Metodista, alcanzando su labor a ser reconocida por las autoridades del gobierno del país. Ese mismo año 1936 participó en la cuarta Conferencia Central en la ciudad de Buenos Aires, como delegada laica. Todo ello sin descuidar el trabajo social; inaugurando, con el departamento de jóvenes de la Segunda Iglesia de Santiago, un kindergarten para los niños del radio Aldunate donde había muchos conventillos y aun mayor miseria. A esta institución se le dio el nombre de “Casa de la Amistad” pues no solamente se educaban niños de 5 a 7 años, sino que también se enseñaban oficios a mujeres mayores, como clases de tejidos, costura, zurcido entre tantas otras cosas. Ese mismo año, como directora del Seminario Teológico Metodista de Santiago, junto a sus alumnos organizó un Congreso interdenominacional de Escuelas Dominicales, Y en una tarde de domingo se congregaron alrededor de cincuenta maestros y oficiales de las denominaciones Metodista, Presbiteriana, Pentecostal y de varias Iglesias independientes.

En el año 1935 María Aguirre entró a militar en el MEMCH, organización feminista chilena, formada ese mismo año, encabezada por Elena Caffarena, que tenía como propósito luchar por los derechos civiles y políticos de la mujer, que a contar de la ley electoral del año 1934, permitía por primera vez votar a las mujeres en las elecciones municipales. Es así que en las elecciones municipales del año 1938 se presentó como candidata para regidora, no resultando electa.

En el año 1937, junto al pastor Pedro Zóttele y varios otros líderes metodistas, crean una organización sociopolítica filo socialista, llamada Federación Evangélica de Acción Social, con asociaciones en todo Chile, cuyo propósito era educar políticamente al pueblo evangélico en las doctrinas democráticas; apoyando la candidatura presidencial de la coalición política de centro izquierda, el “Frente Popular”, cuyo candidato, el radical Pedro Aguirre Cerda salió electo Presidente.

María Aguirre había alcanzado un gran prestigio a nivel nacional, entre los intelectuales y feministas; logrando establecer amistad con la gran educadora, docente de la Universidad de Chile, la feminista Amanda Labarca; quien la recomendó para una beca de estudios en la Universidad Metodista de Northwestern en Evanston, Illinois, EEUU, para que estudiara un B.A. en Educación, entre los años 1939 y 1940; siendo la Iglesia Metodista la que financió sus pasajes; nombrándola además, delegada en la Conferencia Unificadora del Metodismo que se celebró en Kansas; en la celebración del setenta aniversario de la Sociedad Misionera Extranjera de Mujeres; y en las actividades de la Junta de Educación Religiosa. Durante sus estudios se dedicó a establecer contacto con las dirigentes de federaciones de sociedades femeninas en América Latina. Al regresar a Chile, vino desde México visitando todos los países en el camino para crear conciencia acerca la importancia de formar una agrupación de mujeres metodistas a nivel continental. Regresando a Chile en el mes de agosto de 1941.

Este viaje de estudios a Estados Unidos, marcó el inicio de una nueva etapa en la prolífica vida de María Aguirre, transformándose en una líder femenina metodista a nivel continental; cambiando también su situación eclesial, pues en el mes de enero del año 1942 fue ordenada Diácona Local. Ese mismo año en Buenos Aires, se celebró el primer encuentro latinoamericano de mujeres metodistas, organizándose la Confederación Femenina Metodista de América Latina, en donde ella fue elegida su primera Presidenta; siendo reelegida para el periodo 1946-1950. Sus tareas como líder metodista latinoamericana no le impidió seguir apoyando a la Iglesia Metodista chilena; siendo nombrada como Jefa del Departamento de Acción Social y Directora de Actividades Laicas, realizando viajes por todo el país, apoyando y organizando la labor social de las congregaciones en el país. Igualmente continuó trabajando con los jóvenes de la iglesia, fundando y dirigiendo la revista juvenil “Gente Nueva”; Labor que fue reconocida por la Iglesia, quien la eligió para el periodo 1945 – 1946 como Directora de la revista institucional “El Cristiano”. En paralelo a estas tareas locales, editaba varios textos de estudio para las organizaciones de mujeres evangélicas.

A fines del año 1944 participó como representante de Federación Femenina Metodista, en la fundación de la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), presidida por Amanda Labarca; siendo ella elegida secretaria de actas y correspondencia. Esta organización agrupaba a las mujeres chilenas alrededor de objetivos políticos, filantrópicos, culturales y, sobre todo, la defensa de la mujer que trabaja fuera del hogar, exponiendo la necesidad de cambios en una legislación discriminatoria con respeto a los derechos de la mujer. El principal logro de esta federación fue la obtención de la ley que otorgó el pleno derecho a la ciudadanía a las mujeres chilenas en el año 1949, permitiéndoles el derecho a voto en las elecciones presidenciales y parlamentarias.

En el año 1947, después de 25 años de servicios a su amada Iglesia Metodista, María Aguirre se retiró de todos sus cargos, para iniciar su carrera como funcionaria en las Naciones Unidas, en Nueva York como traductora de documentos oficiales, donde se desempeñó entre los años 1948 y 1962. Al retirarse, se puso a disposición de la Iglesia Metodista entre los años 1963 y 1965, trabajando de asistente en el Departamento de Estudios Sociales e Internacionales de la Oficina Metodista para las Naciones Unidas. Obtuvo la ciudadanía estadounidense en el año 1962.

En el año 1966 regresó definitivamente a Chile, radicándose en la comuna de Providencia, en Santiago; reintegrándose a la Segunda Iglesia. Cuando tenía setenta años de edad, en el año 1967, fue elegida Presidenta Continental de la Confederación Femenina Metodista de América Latina, cargo que desempeñó hasta el año 1971, visitando todas las Federaciones Femeninas de la costa del Pacífico, desde Chile hasta Panamá y Costa Rica. Finalmente en el año 1983 descansó en su Señor.

(1) Fuentes: El Heraldo Cristiano, 12 de febrero de 1931. El Cristiano, 15 de diciembre de 1932; 1 de marzo de 1933; 1 de julio de 1933; 10 de agosto de 1933; 15 de agosto de 1937; 21 de noviembre de 1937; 2 de octubre de 1938. El Heraldo Evangélico, 9 de agosto de 1936.

Labarca, Amanda; Feminismo Contemporáneo; Zig-Zag, Santiago, Chile, 1947, pp.193-197. Gaviola, Edda et all.; Queremos votar en las próximas elecciones; Santiago, Chile, 1986, pp. 46, 62 y 78.
Snow, Florrie; Antología de la Mujer Metodista en Chile, Metodistas, Santiago, Chile, 1996. Snow, Florrie; Serie de Testimonio de fe y vida de Pedro Zottele Clark; Santiago, Chile, s/e., 1989, pp. 66-100. Archivo Histórico del Servicio de Registro Civil e Identificación; consultado el 31 de enero de 2014.

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