Allen F. Gardiner
“…el que pierde su vida por causa de mí, la hallará…”
Misionero nacido en Basildon, Inglaterra, el 28 de junio del año 1794, en el seno de una familia anglicana de buena posición. Era el quinto hijo de Samuel Gardiner. Cursó estudios en la Escuela Naval de Portsmouth en Inglaterra y se embarcó a los dieciséis años. Llegó a ser comandante, pero a los cuarenta años de edad se retiró de la Marina, luego del fallecimiento de su esposa, Susana Reade, de Ipsden House, Oxfordshire, el 23 de mayo de 1834, para dedicar los restantes diecisiete años de su vida a abrir caminos para la evangelización de las poblaciones autóctonas del mundo, especialmente en América del Sur, en cumplimiento de un llamado experimentado años antes.
Hacia el año 1820 mientras formaba parte de la tripulación del “Dauntless”, un hecho significativo marcó su vida, fue durante esta época cuando puso decididamente su rostro hacia Dios, resolviendo consagrarse a su servicio, con este fin solicitó al Obispo de Gloucenter, de la Iglesia Anglicana, a la que pertenecía, que le confiriese órdenes para poder predicar.
Durante sus viajes por el “nuevo mundo” había tomado conciencia del deplorable estado en que vivían los indígenas y de la urgencia de llevarles el mensaje de salvación. El mismo no se consideraba capacitado para realizar la tarea misionera propiamente dicha, pero anhelaba preparar el terreno para la posterior llegada de misioneros. Sus primeros viajes los costeó él mismo, pero luego inspiró la formación de una entidad que solventara e impulsara la misión, comprometiéndose él a dar el primer paso.
El Capitán Gardiner contrajo segundas nupcias en octubre de 1836 con la hija mayor del Reverendo Eduardo Garrard Marsh de Hampsted, por seis años tanto ella como sus hijos fueron sus compañeros de viaje.
Regularmente viajaba sin compañía, otras con su familia (con los cuales alcanzó a dar una vuelta entera al mundo en el hemisferio sur, en barcos a vela, en busca del lugar donde comenzar los trabajos). Sólo su formación profesional y su fortaleza espiritual basada en el convencimiento de estar cumpliendo el mandato divino, explican que Gardiner haya perseverado durante tantos años a pesar de sus reiterados fracasos: en Sudáfrica, donde exploró el país de los Zulúes, iniciando así la primera estación misionera en Puerto Natal, no obstante debió abandonar su actividad misionera a causa de la situación tribal y política que se tradujo en la guerra entre Zulúes y Boers.
En mayo de 1838, Gardiner salió de Table Bay (Sudafrica) para iniciar sus primeros esfuerzos misioneros en América del Sur, conduciendo a su familia a Río de Janeiro, de allí a Buenos Aires y, a través de las pampas, a Mendoza. En cuanto la estación lo permitió, cruzaron la cordillera hacia Chile. En el sur de Chile, donde reiteradamente los propios caciques objetaron su presencia; en lo que era entonces el Chaco boliviano, donde la jerarquía católica puso en peligro su vida; en las pampas argentinas, donde la reciente campaña contra los indios hacía inconveniente cualquier intento de iniciar contactos amistosos; en la Patagonia, y particularmente en Tierra del Fuego, la tierra de su martirio.
El último día de agonía de Gardiner, escribió lo que sigue: “Muy querido Mr. Williams: El Señor ha visto a bien llamar al hogar celestial a otro de nuestra pequeña compañía. Nuestro querido hermano que se ha ido, dejó el bote el martes a mediodía y desde entonces no volvió; indudablemente está en la presencia de su Redentor a quien él sirvió tan fielmente. Todavía un poquito más y por la gracia, quizá podremos reunirnos en esa santificada reunión para cantar alabanzas a Cristo, eternamente. No tengo hambre ni sed aunque hace cinco días que estoy sin comida. ¡Qué amor maravilloso hacia mí, un pecador! Afectuosamente, su hermano en Cristo. Allen F. Gardiner”.
De lo que no cabe duda, basándonos en sus escritos, es el hecho de que Gardiner obró con una sincera, ardiente e inagotable pasión por llevar a los naturales el mensaje de la redención. Con todo, “lo que no pudo este extraordinario místico en su vida -como lo expresó un sacerdote salesiano-, lo realizó con su muerte”.
Los repetidos fracasos, y muy especialmente la tragedia en torno a la misión fueguina, fueron el detonante que obró para que, en el momento propicio, su visión se cumpliera en los diversos campos latinoamericanos por los cuales anduvo.
La actual Sociedad Misionera Anglicana para Sud América1 es fruto directo de su visión. Es ella la que ha impulsado las iniciativas misioneras, educacionales y sociales que posteriormente han llevado a cabo sus misioneros en nuestros países, muchas de cuyas obras hacen eco a la visión de su fundador. La misión a los fueguinos se hizo realidad años después, aunque al costo de otras vidas martirizadas por la agresividad de los naturales.
Siguiendo la línea de pensamiento de las iglesias históricas europeas de la época, Gardiner evitó tener roces con el catolicismo, aunque sabía de la falta de un verdadero adoctrinamiento en la fe por parte de la Iglesia Católica Romana. Por ello, en algunos de sus viajes exploratorios, Gardiner se ocupó de la distribución de la Biblia y folletos de evangelización, dado que no concebía la posibilidad de una formación cristiana de la persona sin el conocimiento de la Palabra de Dios, palabra que conocía muy bien y que citaba infatigablemente.
Publicó libros sobre sus experiencias, como también folletos, algunos informativos y otros de evangelización. Compuso poesías, en la última de las cuales dice: “Señor, humilde ante tus pies me postro y todo lo que tengo te entrego. Lo que Tú quieras en amor pedirme es mejor que me falte: ¡todo es tuyo!” La falta de éxito no le desalentó y sus expediciones lo llevaron cada vez más al sur. Era el año 1851, y Gardiner con un “espíritu excepcional” murió de hambre y de frío, con siete de sus compañeros en Tierra del Fuego a sus 57 años de vida, con todos sus afanes, es importante la promesa de Dios a la cual se aferraba firmemente: “el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (MT. 10.39).
En 1859 una expedición a la región austral fue casi exterminada por los indígenas. Veinte años después; el nieto de Gardiner, W. Reade Gardiner, quiso proseguir la obra familiar, pero murió de tifus al llegar a Valparaíso, en 1894.
En 1976 el Primer Congreso de Ciencias Históricas Fueguinas solicitó al gobierno argentino que la tumba de Gardiner fuese declarada “lugar histórico”. Para celebrar los cincuenta años de la creación de la Missionary Society For South América por Allen Gardiner, se creó en Inglaterra la Misión Araucana que todavía subsiste con el nombre de Misión Anglicana.
Fuente Bibliográfica:
“Allen Gardiner. El Mártir de Tierra del Fuego”. Suplemento de Oración. 1955. Imp. Willson.
Escrita por: M. Ponce Sepúlveda.
1 En el año 1844 se fundó la Sociedad Misionera Sudamericana (South American Missionary Society) en Inglaterra con el propósito de evangelizar a los indígenas de Tierra del Fuego. Por la década del ´60, la Sociedad Misionera SAMS había desarrollado acciones en otras partes de Sudamérica.