Guillermo Castillo

“…Organizó en su Iglesia el primer Cuerpo de Voluntarios, con sus Estatutos. Y, de la misma forma, también, organizó a las hermanas, dándole el nombre de hermanas Dorcas y, como la Iglesia siguiera en prosperidad, organizó el grupo de hermanos ciclistas. …”

Pastor Presbítero – Segundo Superintendente de la Iglesia Evangélica Pentecostal (IEP) y primer Superintendente chileno.

Nació el 23 de enero de 1880 en la ciudad de Cauquenes.

El año 1898, cuando sólo tenía 18 años de edad tuvo una experiencia de conversión en Valparaíso, producto de esta experiencia mostró interés por servir a Dios con integridad, muestra de esto es que él fue uno de esos cinco hermanos que se unieron a Rev. W. Hoover, pidiendo ser bautizados con el poder del Espíritu Santo, en la oración de las cinco de la tarde.

Enero de 1909, fue nombrado como el ayudante del Rev. W. Hoover. El hermano Castillo  instauró las vigilias de oración en ausencia del Pastor Hoover, cuando este último estaba en las conferencias de Temuco (1909), práctica eclesiástica que contó con la aprobación del Rev. W. Hoover a su regreso de la Conferencia de Temuco.

En octubre de 1910 fue ordenado pastor y designado al pueblo de San Fernando, donde abrió obra creando una nueva una iglesia. Muy dura, sin recursos y en un plan de autosustento fue la escuela de su inicio, fueron varios años de sufrimientos, para él y su numerosa familia.  Hubo días en que no tuvieron nada que comer.  Aunque muy pobres él continuó predicando, sin claudicar a su ministerio.  Muchas y difíciles experiencias pasó junto a su familia, pero en todas se aferró a su fe. Y Dios, con él en esos procesos,  no le defraudó.

En el año 1918 se ordenó su traslado a la Iglesia de Quillota, para atender la obra evangelizadora a los pueblos de La Calera, Llay – Llay, Los Andes y Cabildo. En este cometido, entregó el pastorado de Los Andes y, después, el de La Calera. Posteriormente hizo entrega de Quillota, para que fuera sede de otro pastorado.

El año 1922 organizó en su Iglesia el primer Cuerpo de Voluntarios, con sus Estatutos. Y, de la misma forma, también, organizó a las hermanas, dándole el nombre de hermanas Dorcas y, como la Iglesia siguiera en prosperidad, organizó el grupo de hermanos ciclistas. Todos estos grupos, o cuerpos organizados, trabajaron en forma coordinada al interior de la iglesia en los distintos servicios, como en los grupos de predicación al aire libre. Estas últimas, fueron las actividades más riesgosas y revolucionarias del movimiento pentecostal chileno, las que aún mantienen.

Como pastor fue más activo de lo que se espera de un ministro ordenado, porque además de atender su iglesia, visitó Iglesias vecinas, exploró otros pueblos y ciudades, a pie o en bicicleta.  Con este propósito usó todo medio de transporte para movilizarse, desde ir en tren hasta una estación rural y luego cabalgar en burros largos kilómetros. Hoy, donde él y el grupo de voluntarios exploraron en misión evangelizadora, hay grandes congregaciones y prósperos pastorados. En sus viajes misioneros permanentemente, registra visitas a lugares muy apartados como Punta Arenas y el Golfo de Penas. Para la extender la obra del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, no escatimó sacrificios, incluso el  soportar por años el aguijón de su dolorosa enfermedad en una pierna. 

Se dio tiempo para programar y dirigir Estudios Bíblicos especiales en su Iglesia, con el fin de formar hombres para el ministerio.  Luego de esta ardua preparación, el pastor Castillo alcanzó a entregar doce matrimonios, como obreros de su Iglesia (pastores), a distintas partes del país. El primer matrimonio misioneros de su iglesia fue enviados a Bolivia y, en obediencia a este llamado, emigró su ayudante Manuel Francisco González a abrir obra a la hermana nación, donde hoy existen grandes congregaciones filiales de la iglesia madre chilena.

En las conferencias realizadas en Linares, el año 1935, el Superintendente Rev. Hoover, ya con su salud quebrantada, sugirió al Cuerpo de Presbíteros que el Pastor Guillermo Castillo, fuera su ayudante, lo que fue aprobado por unanimidad, y cuando el Señor llamó al reposo en mayo de 1936 al Rev. Hoover, el presbítero Castillo asumió esta responsabilidad.  En las Conferencias de 1937 el Cuerpo de Presbíteros lo confirmó como Superintendente, cargo que ejerció por 13 años. Cabe destacar que los primeros misioneros enviados  al extranjero, primero Enrique Mourgues, desde la iglesia en Valparaíso y luego González, desde La Calera, le sucedieron posteriormente en el máximo cargo eclesiástico de Superintendente.

Siendo discípulo de Rev. Willis Hoover desde los 18 años, formaba parte de su grupo más cercano y, por ello tuvo participación activa en la separación de la Iglesia Metodista Pentecostal. De este modo salió junto a Hoover de la primera Iglesia fundada por él, para dar origen a la segunda persona jurídica, con el nombre de  Iglesia Evangélica Pentecostal.

Como Superintendente, estableció la Caja Misionera para ir en ayuda a los pastores de más escasos recursos y muy en especial a aquellos que, como él, fueron enviados a lugares hostiles a los evangélicos pentecostales a evangelizar.

Entregó su Iglesia de La Calera, el año 1944, a uno de sus hijos espirituales: el pastor Manuel Tudesca. Desde entonces, dedicó todo su tiempo a tender las Iglesias de norte a sur y de mar a cordillera. 

Por sus enseñanzas, sus sermones y su humildad fue ejemplo para otros; supo ganar hasta aquellos que no le amaban, pues durante su ministerio la misión no tuvo apartamientos que dividieran la corporación evangélica pentecostal de Chile.

Atendió a los hermanos hasta que la enfermedad lo postró en cama, y viendo que se acercaba su muerte, sugirió al Cuerpo de Presbíteros  que el Pastor Enrique Mourgues, primer misionero en la República Argentina de la Iglesia Evangélica Pentecostal, fuese  su sucesor. 

A la edad de 69 años, el 7 de marzo de 1949, después de las Conferencias de este año realizadas en La Calera fallece, siendo sepultado en la ciudad de Quillota.

Escrito por: M. Ponce Sepúlveda

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